sábado, 27 de junio de 2009

Ecos

Noche, mutismo de sentimientos ajenos,
La paciencia se desborda en la distancia,
en el vacio,
en la soledad concurrida,
en la vos de la presencia inerte,
La angustia de la verdad desvela los sofismas de la razón,
para encontrarse en el eco de nuestras propias palabras,
de los espejos del silencio,

en la redención de nuestros miedos…

Sacrilegios de perdón

Destellos de luz inundan la noche, inconstantes sentires de verdad, de melancólicos gritos de euforia en agitadas cavernas de redención; donde auscultaremos los sueños perdidos y los viriles muertos del odio, puro, inerte y sin vida. Oye pausa, suena el eco del miedo perdido que caerá tan rápido como la noche, como la existencia que cae ausente; nace el roció en el fango como un sutil respiro del alma, como un profundo aullido del espíritu; una tenue sombra en un infierno de represiones, en un ahogo de las sonrisas del llanto, allí se encuentra el esperma del olvido, en el florecer pueril de una magnolia de sueños. Sensaciones perdidas (o jamás buscadas) de pureza y libertad, dejavu de sentimientos, de ilusiones distantes o pasajeras compañías, de castillos de cristal y cerrojos de madera; metáforas literales y mentiras de verdad, son preguntas de papel en saetas de un alma perdida. El silencio encuentra distracción; acaso la monotonía rutiniza la hipocresía o la hace invisible ante espectros de lujuria, caóticas percepciones de lagrimas sobre mejillas sacras o un angelical aroma bajo el sudor de un Cristo en orgia. Se entrelaza la magnolia para buscar la penumbra, la sombra del miedo la domina, la represión hecha idiotez, hecha engaño; el carisma de un sueño convertido en marioneta, silencio, razones impuras tropiezan la aurora, enigmas de pensamiento y vida. Enterraremos la daga de la locura y la razón, la ceniza del consumo en la etérea sombra de la eternidad. La creación se convierte en esperanza, caen arroyos en génesis cohibidas, miradas perdidas que buscan ilusiones rotas, purezas olvidadas en la madures de una flor abriendo los pétalos al mundo; siente el color del universo sin dibujar siluetas en arcoíris ásperos, secos de recuerdos muertos en la distancia.
Cristales húmedos rompen el hechizo y lo hacen visible a un nuevo equinoccio, a un paso más allá de la कावेरना, en el círculo profano del sacrilegio del perdón…

Esencial

El sempiterno de la pureza, de lo esencial,
de lo inevitablemente sublime.
Acaso la circunstancia no es el reflejo de nuestros miedos,
impurezas de cristal aisladas en la mente;
Le escupiré a la maldita esfinge si su angustia perdura mil años más;
Los calabozos de la vida mortificaran la calma, la redención colectiva;
esa ingastable soledad compartida, esa nausea de la reflexión.
Del temor a la distancia, engañarse en un mar de lágrimas,
para sentirse libre entre mordazas,
¿Dónde? La absurda necedad del silencio se pierde entre gritos;
Mentiras de jabón envueltas en palabras,
silencio, calla, muere y tu soledad será compartida,
Serán trozos de existencia masacrando la belleza y purificando la brutalidad;
El elicsir de la contradicción, del fracaso hecho metáfora,
del silencio desangrando sueños mientras apedrea el Olimpo;
El fénix de la locura se oculta en la mirada, en la perdición de una duda,
en las babas de Cristo y su orgia de pecados a peso,
o a centavos si esta en barata.
La sombra del espíritu no rebosa el bullicio de la muerte,
de caminar vendado entre los zombis de la sonrisa,
los hijos de la felicidad;

… y así se preguntan para qué continuar, tal vez,
Para entender el crepúsculo y no consumirse en el amanecer…